Propuesta por nuestro amigo Gustab,, contar el cuento de Caperucita Roja como nos acordemos de como nos lo contaron a nosotros, o darle un nuevo giro, bueno opte por inventarme algo y hacerlo a mi estilo... Disfrute haciéndolo eso es lo principal, gracias.
Pinchar en la imagen os llevará a un buen lugar ....
En mis recuerdos de infancia recuerdo muchas versiones de Caperucita roja, una de ellas era la siguiente.
En un pueblo de las montañas más profunda de los cárpatos, vivía una niña con su abuela, pues era huérfana de padres, y desde su más tierna infancia sólo tenía a su abuela materna.
Esta vivía en una choza echa de barro y palos, allí convivían las dos a las mil maravillas, no tenían nada, pero tampoco lo necesitaban, pues la tierra y la montaña les ofrecía todo para poder sobrevivir.
Hasta el día fatídico que llegó a sus vidas un enorme lobo, cada noche, sobre todo a llegar la luna llena, sus aullidos se les oía desde el más alto monte.
La joven acurrucada entre las faldas de su abuela temblaba del miedo que le producía.
Pasó el verano y al llegar el otoño la abuela se aquejaba de un dolor permanente en el estómago, ello mermaba su salud y como consecuencia el poder hacer las tareas del campo.
—Abuela, tenemos que ir al pueblo y pedir ayuda, tú sola no puedes con todo el trabajo.
—Pero hija, no tenemos dinero para pagar a quien venga ayudarnos.
—Bueno, tal vez haya alguien que se ofrezca voluntario, tú siempre has hecho muchos favores.
Mientras tanto la zagala, se estaba haciendo una capa para cubrirse en el invierno, pues se avecinaba que las nieves pronto llegarían.
Esta, era de color rojo, pues siempre había oído a los pastores que se acercaban de vez en cuando a la cabaña que los lobos este color no lo perciben.
Llegó el día que Caperucita, que así era como la llamaba su abuela, decidió bajar al pueblo y pedir ayuda.
Aquella mujercita, salió bien temprano, al amanecer, pues quería estar de regreso antes que el cielo quedará en oscuras tinieblas.
Al llegar a la aldea fue bien recibida, pues todos la conocían como la nieta de la abuela curandera.
Después de visitar al médico y contarle el estado de su abuela, este le dijo que esa misma semana pasaría a visitarla, pues tenía que asistir a una parturienta que tenía dificultades y eso era mucho más preocupante.
En la tahona, pregunto si algún mozo podría por unas semanas ayudarles a recoger la cosecha del campo y a otros menesteres, pues la abuela no estaba en condiciones.
Al momento el joven Juan, que andaba enamoriscado de Caperucita, se ofreció, eso sí, la comida era cuenta de ella, pero no las cobraría ni un real.
Toda contenta regreso a su cabaña, pensado lo feliz que se pondría su abuela.
A medio camino se le hizo de noche, y comenzó a escuchar los aullidos del lobo, sus piernas comenzaron a temblar y no pudo por más que echarse la capucha sobre su cabeza y salir corriendo a ver si con el ruido de sus pasos, esos aullidos iban mermando en densidad.
Al subir un pequeño monte, resbaló y fue a caer en una hondonada, donde le era difícil salir, sus gritos de dolor se mezclaban con los aullidos del lobo, en su desesperación las lágrimas corrían como ríos de tinta por sus coloradas mejillas.
El tiempo pasaba despacio y ella no podía mover casi las piernas, pues algo se le rompió, los dolores eran muy grandes.
La noche ya estaba encima, y por allí nadie pasaba, solo en la mañana si algún pastor le tocaba esa ruta tal vez la vería y podría ayudarla, si es que no fallecía antes de llegar el alba.
Al filo de la media noche, oyó pasos y un olor que no le era conocido, cuando giro la cabeza allí estaba, ese bello animal con ojos grandes y orejas tiesas, la observaba la olía, era como un cazador explorando a su presa.
Ella no se movía, únicamente le miraba, cuando hubo pasado unos minutos aquel bello animal posó sus patas traseras en la tierra y se doblegó, era como esperando que algo sucediera.
Caperucita, había oído contar mil historias de los lobos, tan fantásticas como que ellos penetraban en la mente de los humanos, está en un alarde de valentía, puso su mente a funcionar.
—"No sé tus intenciones, pero por favor no me hagas daño, soy huérfana y solo tengo a mi abuelita, que en estos momentos está malita, si tú fueras un buen lobo igual que proteges a tus crías me protegerías a mí, porque no vas en busca de ayuda para que me saquen de aquí".
Aquel animal bello, una vez que Caperucita le soltó su sermón se levantó y echó andar, desapareció como por arte de magia
No había pasado más de dos horas cuando vio un reflejo de luz, eran antorchas y voces, ella comenzó a gritar y darles señales por donde se encontraba y allí aparecieron los mozos de la aldea, al frente de ella iba Juan.
La sacaron, la llevaron a su cabaña y allí le curaron la pierna. Ya estando tranquila con su abuela las dos solas, le contó todos los acontecimientos.
La abuela, bajó la vista, y no dijo nada, esta que no se le escapaba detalle, le preguntó con voz decida.
—¿Abuela, tú sabes algo que no me quieres contar?, tal vez un secreto de esos animales, jamás te vi hablar mal de ellos.
—Nada más te diré, mi querida niña, que quien te salvo esta noche no era un lobo normal, era tu padre.
Él fue víctima de un conjuro por envidias en lobo lo convirtieron, su pecado fue amar a tu madre, a ella la mataron y a él le condenaron de por vida, cada luna llena se acerca a la caballa aúlla en señal que todavía sigue vivo, pues quien lo maldijo, no conforme con ello lo quiere matar.
Y aquí se acaba este cuento que tal vez continuará ....
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Campirela_