Relato de los jueves Mujeres en Guerra)

 

Milicianas 1936 - 1939

Cada jueves, un relato - Tema: "Mujeres en guerra"

 Este jueves es Marifelita quien nos deja un tema más que interesante, os copio su introducción, ya sabéis si queréis participar pinchando en la imagen, os llevará a su blog.

 Hace unas semanas os presentaba el libro: “Pioneras” de Marina Amaral y Dan Jones. Como me parece muy interesante y sus fotografías tan bien coloreadas y variadas, dan mucho juego, os propongo de nuevo escribir inspirándonos en ellas.

Paralelamente, os recomiendo a la escritora Svetlana Alekséyevich, y sus libros con crónicas muy interesantes de la guerra, memorias recogidas de personas que vivieron conflictos bélicos y nos dan su testimonio transparente y sincero, directo y sin filtros, pero con una gran sensibilidad. En concreto, el libro “La guerra no tiene cara de mujer” me encantó y me hizo interesarme más por el tema.

Para este reto os propongo varias fotografías que muestran a las mujeres y su papel en la guerra. Podéis escribir sobre lo que os sugiera una o varias imágenes o bien investigar sobre el personaje, el momento o lugar histórico.  Lo que más os apetezca, y como siempre, si es posible, sin exceder las 350 palabras.

                                                      Fabrica de munición -1942

¿Sabías que las mujeres fueron el motor de las fábricas durante las dos guerras mundiales?

El hecho de que los hombres tuvieran que partir al frente de batalla hizo que las mujeres se convirtieran en el pilar productor de la economía de guerra de sus respectivos países durante la Primera y, especialmente, la Segunda Guerra Mundial

Os dejo enlace por si queréis saber más. Mujeres en Guerra

Aquí tienes mi relato inspirado en el papel de las mujeres en la Fábrica de municiones durante la guerra…

El rugido de las fábricas

El ruido de las máquinas se mezclaba con el ritmo apurado de los pasos. María ajustó el pañuelo sobre su cabello y se frotó las manos, manchadas de polvo de pólvora. La guerra rugía lejos, más allá de los muros de aquella fábrica, pero cada proyectil que montaba llevaba su marca. 

No disparaba un rifle ni comandaba un escuadrón, pero luchaba de otra manera, con cada munición que pasaba por sus manos, con cada turno de doce horas que soportaba sin perder el ritmo.

Su hermana menor, Ana, solía decirle que tenía las manos de hierro. Pero en realidad, eran manos acostumbradas al sacrificio. Sabía que muchas mujeres, como ella, habían dejado atrás sus hogares, sus pequeños mundos, para convertirse en obreras de guerra. No eran soldados, pero cargaban con el peso de la batalla cada día.

Las noches eran breves, los sueños escasos. Pero en la penumbra de su pequeño cuarto, María pensaba en el futuro. ¿Volvería la paz? ¿Serían recordadas? Se preguntaba si el mundo vería algún día el temple que habían demostrado, no solo con cada proyectil fabricado, sino con cada momento en el que sostuvieron la esperanza de una vida diferente.

Una sirena sonó, anunciando el cambio de turno. María se levantó y se dirigió de nuevo a su puesto. La guerra seguía, y ellas también.

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