- La Tortilla que Susurraba al Corazón

 

El Gran Concurso de Tortillas Encantadas

En el parque del barrio, desde hacía unos años se celebraba un concurso de tortillas, por las fiestas del barrio, este año sería mi primera vez que participará en el Gran Concurso de Tortillas, un evento lleno de tradición, sabor… ¡Y un toque de magia! Lo que pocos sabían es que, cuando las tortillas eran colocadas sobre la mesa de exposición, algo extraordinario sucedía: ¡cobraban vida y podían hablar entre ellas!

—¡Ay, qué nervios!—exclamó una tortilla dorada y esponjosa—. ¿Crees que el jurado apreciará mi perfecta textura?

—Claro que sí, querida—respondió otra tortilla, un poco más gruesa, con trozos de cebolla caramelizada en su interior—. Aunque yo apuesto a que el toque dulce de la cebolla me dará la victoria.

Una tercera tortilla, ligeramente chamuscada en un borde, suspiró con resignación. —Yo solo espero no quedar en último lugar. Mi cocinera se distrajo, y mírame… tengo una esquina más tostada de lo debido.

Y  ¿tú de que estás rellena?, le dijo la que estaba rellena de cebolla caramelizada.

A mí me rellenaron de pimientos y beicon, creo que mi cocinera se le fue el santo al cielo y me dejo en la sartén más de lo debido, bueno, pero mi sabor es bien rico, y si no huele, huele...

Las tortillas se quedaron en silencio cuando el jurado empezó a acercarse, observando cada una con atención. De pronto, la tortilla con cebolla se inclinó hacia la chamuscada y susurró:

—No te preocupes, cada tortilla tiene su encanto. Tal vez ese borde dorado te haga especial.

El concurso avanzó, y el público no dejaba de elogiar los distintos sabores. Finalmente, el jurado tomó su decisión. Con una gran sonrisa, anunciaron:

—¡Este año, el premio es para la tortilla con el borde dorado! Su sabor único y textura le han dado el primer lugar.

La tortilla ganadora no podía creerlo. Mientras las demás la felicitaban, comprendió que, a veces, aquello que parece un error puede ser justamente lo que nos hace brillar.

Cuando el jurado dejo el resto que no se comió, en la cata, estas volvieron a sus diálogos, la ganadora les dio las gracias a todas, porque cada una de ellas eran únicas y especiales.

Cuando la dueña de la ganadora subió a por ella, vio que su tortilla tenía algo especial que no se dio cuenta cuando la cocino, en borde, que se había quemado más de la cuenta,… Estaba formado en una silueta curiosa, casi como un pequeño sol dorado. La cocinera sonrió al darse cuenta de que aquello que parecía un error había sido, en realidad, una marca de identidad.

—Al final, todas tuvimos nuestro momento de gloria—dijo una tortilla con pimientos.

—Y nuestra cocinera nos llevó con amor—respondió la ganadora, antes de ser envuelta en una servilleta y llevada a casa.

Tomó su tortilla con orgullo, sintiendo que, en aquel concurso mágico, cada una había tenido su propia historia y un papel especial. Mientras salía del parque, las tortillas restantes susurraban entre ellas, compartiendo sus últimas reflexiones antes de desaparecer en los platos de los jueces.

El concurso llegó a su fin, pero las tortillas encantadas sabían que, cada año, regresarían a hablar, a reír y a descubrir que incluso los pequeños detalles pueden hacer la diferencia.

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