lunes, 23 de junio de 2025

Mi participación en la convocatoria de los jueves/ No a las Drogas

 


                                   SOMBRAS EN EL HOGAR

La casa de los Martínez solía estar llena de risas. Las tardes de domingo eran sagradas, toda la familia en el salón, reunidos, viendo películas, compartiendo historias, disfrutando de la presencia familiar. Pero poco a poco, las sombras comenzaron a colarse entre las paredes de su hogar.

Primero fueron las ausencias de Pablo, el hijo mayor. Se quedaba fuera hasta tarde, y cuando volvía, su mirada era distinta, cansada, esquiva, perdida en un mundo que nadie más podía ver.

 Luego vinieron las discusiones. Su madre lloraba en silencio, su padre gritaba intentando hacerle entrar en razón, su hermana menor se encerraba en su cuarto, temiendo el siguiente estallido.

Las cosas empeoraron cuando Pablo comenzó a vender cosas de la casa. La televisión desapareció primero, luego el reloj de su padre, luego la bicicleta de su hermana. Cada objeto vendido era un pedazo más de la familia que se desmoronaba.

 La confianza se rompió, y el miedo se convirtió en un huésped permanente en la casa de los Martínez.

Una noche, todo llegó a su límite. Pablo entró furioso, buscando dinero. Su padre se interpuso. Hubo gritos, empujones, lágrimas. Y entonces, un golpe-Silencio- Su madre corrió a llamar a una ambulancia mientras Pablo temblaba, consciente de lo que había hecho.

Esa fue la noche en que decidieron pedir ayuda. No podían seguir así. Buscaron apoyo, acudieron a terapias familiares, encontraron profesionales que les guiaron en el camino de la recuperación. No fue fácil, pero con el tiempo, lograron reconstruir lo que las drogas casi les habían arrebatado.

Hoy, la casa de los Martínez ha recuperado parte de su luz. Las heridas siguen ahí, pero han aprendido a sanar juntos. Porque, al final, la familia es el refugio más fuerte, incluso ante las sombras más oscuras.

Nota: Este texto en ficticio, pero repleto de una realidad que por desgracia se vive en muchos hogares, destruyendo familias como esta, pedir ayuda es necesario cuando nos veamos en una encrucijada, si ponemos de nuestra parte podemos llegar atajarlo.

Campirela_

4 comentarios:

  1. Buenas noches Campirela. Me ha gustado mucho tu relato pero para terminar con la droga es necesario desde la infancia aprender a ser feliz y eso, no se hace. Por este motivo la gente busca un alivio en la droga; al principio poco pero la dosis aumenta y aumenta hasta que llega un momento donde relatas en tu entrada.
    Un saludo de Buscador.

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    1. Gracias, Buscador.
      Mira la infancia es lo más importante de todas las etapas de nuestra vida, si en ella el cariño es real, no se cometerán tantas barbaridades, porque en realidad el ser humano solo busca cariño y ser aceptado, y si no lo encuentra en las personas se enganchará aquello que le permita aunque sea mentira . Como son las drogas.
      Un abrazo.

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  2. Hola Campirela, aunque tu historia es ficticia, es muy real, cuántos casos hay así, la tuya tiene un final feliz, pero no todas es así, hay muchos casos donde termina muy mal, realmente es un flagelo enorme la droga.
    Muy buena historia, con un final esperanzador.
    Un abrazo grande
    PATRICIA F.

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  3. La casa de los Martínez volvió a tener risas... aunque ahora esconden bien el control remoto, por si acaso.
    Y en cada comida familiar, el cuchillo lo corta mamá... por protocolo y por paz mental puesn.

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