A destiempo, pero a medida
No se habían prometido nada, pero el tiempo les guardó su hueco.
Veintiocho años después, se encontraron en una librería, como si el azar tuviera memoria. Él seguía oliendo a otoño; ella aún tenía esa forma de sonreír que desarma sin pedir permiso.
No hubo reproches. Solo un café, dos manos temblorosas, y la certeza de que algo había quedado sin cerrar.
No era pasión desbordada, era ternura que se instala en los huesos.
Y, sin embargo, cuando él rozó su mano al pasarle el azúcar, ella sintió el vértigo adolescente de quien se enamora por primera vez… otra vez.
No hablaron de lo que no fue.
Se contaron sus vidas, los hijos, los miedos, las noches de insomnio.
Y en medio de todo, ese silencio compartido que solo tienen los que se han esperado sin saberlo.
No hicieron planes.
Pero al despedirse, él le rozó la mejilla con los labios, y ella supo —sin palabras— que el amor, cuando es verdadero, no llega tarde.
Solo llega distinto.
Campirela_
Que romántico, es cierto que los sentimientos no tienen edad y que tampoco caducan por mucho tiempo que pase. Tus protagonistas se encontraron en el momento y lugar adecuados al fin. Un relato precioso en el que triunfa el amor. Un beso
ResponderEliminarEn esta convocatoria predomina el romanticismo ante todo, y que mejor que un encuentro donde, después de años , ese amor sigue vigente. Un besote , gracias por tu compañía.
EliminarQue bonito Campi, como dice la canción; "No hay edades para el amor..."
ResponderEliminarConmovedor relato.
mariarosa
Cuando el Amor llama a tu puerta no mires que hay detrás, solo disfruta el instante, lo demás solo el destino nos lo revelará.
EliminarUn besote 😘😘❤️, muy feliz jueves.
Lo que tenía que suceder, al fin sucedió. El tiempo pasado no importa.
ResponderEliminarAbrazo.
Aquí podemos decir, que tiempo y espacio es relativo, lo interesante es el resultado final .
EliminarUn abrazo, Alfred