Relato del jueves ( El Espejo)

 

Ilustración de Hans Christian Harold Tegner, conocido como Hans Tegner

Este último jueves de junio Mag nos convoca para un nuevo relato, esta vez el misterio está servido, al menos es lo que para mí representa un espejo. Ese es el tema propuesto, vamos a ver que nos proyecta la imaginación esta vez. 

Ya sabéis pinchando la imagen, os llevará a la convocatoria. Muchas gracias.

EL ESPEJO

Aquel verano quedaría registrado en  mi memoria como una pesadilla aterradora.

El campamento era mixto, se suponía que iba a ser un verano tentador, fin de bachiller, y nueva vida como adulta y  responsable.

Cada noche, una mayoría de compañeros nos sentábamos alrededor de una fogata a contar historias de todo tipo, las que más nos gustaban eran las de miedo, tenía su lógica, eso hacía que nos protegiera el chico que le habíamos echado el ojo, procurando sentarnos a su lado para tal menester.

Esa noche, al ir a mi cabaña junto a mis tres compañeras, vi algo que brillaba bajo la farola, me agache y vi un pequeño espejo.

Su forma me llamo la atencion ovalado muy bien terminado y detrás tenía unas iniciales, M.S., lo guardé en el bolsillo, cuando llegamos lo deje en el cajón de mi mesilla.

Aquella mañana, cuando desperté mis compañeras ya no estaban en la cabaña, tenía una nota que ponía:

-Ana, nos hemos ido a escalar, estabas tan dormida que no hemos querido molestarte, regresaremos ya tarde, pásalo bien disfrtua de tu soledad por un día.

La verdad, hoy sería un día para mí sola, haría aquellas cosas que cuando compartes es muy difícil coincidir todos en gustos.

Me duché, me puse ropa cómoda y al peinarme decide ir a por mi espejo.

Allí estaba tal cual lo había dejado, aunque me pareció un poco más grande, sería porque lo veía a plena luz.

Al ver mi cara reflejada di un paso para atrás, mi rostro estaba cubierto de lágrimas, detrás de mí veía a todos mis compañeros de igual modo, y más al fondo tres féretros.

Lo dejé encima de la cama desconcertada, no me  atreví a volver a mirame en él, pero mi curiosidad hizo que volviera hacerlo, esta vez me vi a mí misma, asustada, tal cual.

Todo el día mi cuerpo estuvo en tensión, era un mal estar generalizado, mis pensamientos iban y venían por derroteros fatalistas, apenas comi,  un día que podría haber sido fantástico lo convertí en deprimente, eso me hizo irme a la cabaña y procurar dormir la siesta a ver si al despertar estuviera de mejor humor.

Obtuve lo contrario, mis pesadillas no cesaban, desperté con un grito de desesperación, tal fue que mis compañeros dé al lado tocaron a la puerta diciendo que me pasaba.

-Nada chicos una pesadilla, habrá sido el calor, gracias.

Otra vez mis ganas de mirar el espejo eran más fuerte que yo, y asi volví a coger ese espejo y la escena era de tristeza, me encontraba en un cementerio, sola, abatida con tres ramos de margaritas solo veía mi rostro serio, triste, vi entonces el nombre de  mis tres compañeras en una lápida de mármol gris.

Mi grito vino con una noticia que yo ya sabia...

Ana, acaban de llamar al monitor, tus tres compañeras han sufrido un accidente, han caído a un precipicio por donde estaban escalando.

El espejo cayó de mis manos y se hizo mil pedazos.

Campirela_