Pinchando en la imagen os llevará a la convocatoria, esta vez es Marcos nuestro anfitrión.
He pensado para esta ocasión en un entorno a medio camino entre lo paradisíaco y lo salvaje. Se trata de inventar una historia sobre cómo afrontaríais convivir en una isla desierta con otra persona, siendo los dos únicos habitantes, en principio, que existen allí.
Tu compañer@ puede ser o no del
mismo sexo y se admiten todo tipo de situaciones, por ejemplo:
–Los dos podéis encontraros con una visita inesperada/contrabandistas/gente con mejores o peores intenciones. Pero eso no tiene por qué acabar mal; igual en ell@s está la solución para abandonar la isla en el caso de que quieras salir de allí. O puede que deseéis quedaros allí para siempre.
–Se produce un fenómeno meteorológico o suceso cualquiera que afecta a la convivencia con la otra persona.
–Puede haber disparidad de formas de entender la situación que lleve a discusión entre ambos protagonistas o bien estos pueden congeniar de maravilla desde el principio y luego haber sorpresas…
En fin, la imaginación es libre. Podéis enfocarlo como queráis.
¡Ánimo y a por el reto!
EL RETO
Allí estábamos mi amiga y yo, en este reto que nos habían propuesto.
Superar un mes de convivencia solitaria, las dos solas ante la naturaleza, con nuestras propias ganas de vivir aquella aventura.
Todo comenzó por una apuesta absurda, pero que hizo mella en ambas, aquella insinuación de aquel magnate cuando le oímos pronunciar aquellas miseras palabras, no hizo más que provocar que tomáramos el reto y demostrar que dos mujeres eran capaces de sobrevivir en una isla donde fuéramos nosotras, los dos únicos seres humanos.
El reto consistía en estar un mes solas, y ser capaces de sobrevivir, nadie nos vigilaría, si ocurría algo no seriamos rescatadas hasta pasado los 30 días, el contrato lo especificaba todo, para luego no poder reclamar o tener problemas.
A cambio, aparte de una aportación económica, era demostrar que no importa el género de la persona para ser fuertes, demostrar que todo ser vivo cuando las circunstancias son anómalas, el ingenio se manifiesta y da sus frutos.
La convivencia no fue nuestro peor enemigo, si las inclemencias del tiempo, ese calor sofocante y las noches frías, nos desequilibraban, la falta de comida, a la semana comenzó hacer mella en las dos.
Exploramos toda la isla, durante las mañanas antes que el calor nos dejara varadas, descubrimos un río, la pesca era abundante, el problema era como pescarla, cosa que cuando se está famélica, se agudizó el instinto de supervivir.
Tendrían que habernos visto, con esas ramas de árbol sirviendo de lanzas, el objetivo fue eficaz.
Una vez superado objetivo alimento, creíamos que todo estaba en orden, ya teníamos medio mes hecho, y lo peor había pasado, que incierto era.
Una noche la isla tembló, partió literalmente la isla en dos, nos quedamos en la parte alta de la montaña, donde el paisaje de nuestro horizonte era agua, y cielo.
La primera semana sobrevivimos con restos de comida, la esperanza era que solo teníamos que aguantar una semana más, después todo volvería a la normalidad.
Aquí me equivocaba, durante esos quince días, mi amiga cambio por completo, su carácter se volvió esquivo, estaba en otro mundo, salía sola a explorar no deseaba mi compañía, la veía diferente, apenas hablamos, hasta que una mañana decidí ir detrás de ella, mi curiosidad y sobre todo entender qué le pasaba.
La sorpresa fue mayúscula, la vi entrar en una cueva, me acerqué todo lo que pude para ver qué había en ella, me detuvo unos ruidos extraños, no eran de animales, eran como motores.
Sin pensarlo entre, ya no tenía marcha atrás, cuando descubrí una gigantesca nave, unos seres extraños, allí estaba ella.
Hoy estoy escribiendo, desde un habitáculo totalmente blanco, con una luz tan brillante que dañan mis ojos.
No sé el tiempo que ha pasado, no veo a nadie, me alimentan con pastillas, y de mi amiga, no sé nada de ella.
Oigo algo, ya os seguiré contando...
Campirela_