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miércoles, 5 de febrero de 2025

CONVOCATORIA JUEVERA PARA EL 6 DE FEBRERO

 De la mano de Neogéminis nos llega esta nueva convocatoria, ya saben, pinchen en la imagen y les llevará a ella, muchas gracias.

Como verán por la imagen que les dejo como cabecera y la onomatopeya que elegí para titular la convocatoria, l@s invito esta vez a escribir relatos relacionados con el paso del tiempo y sus consecuencias. 

Desde la perspectiva que les surja, con el estilo y forma que prefieran, intentando no superar las 350 palabras, la consigna entonces propone explorar la naturaleza del tiempo y nuestra relación con él. 

La propuesta es de amplia interpretación, asi que, creo, cada quien contará con la libertad de encararla como más le guste (aún -si prefieren- haciendo referencia  a las famosas pastillitas jajaja)

Como siempre, la invitación está abierta para quien quiera sumarse respetando las normativas aquí enunciadas. A partir del miércoles pueden ir publicando sus aportes en sus respectivos blogs. Me dejan aquí sus enlaces y el jueves iré armando con ellos la lista de participantes. Recuerden que participar implica respetar la reciprocidad de lectura y comentarios.


Los césares del tiempo

Es curioso como el tiempo pasa y no nos damos cuenta, aquella mañana en esa relojería de la esquina de mi casa, por primera vez pase, era de los establecimientos más antiguos de la zona, pues por desgracia las grandes superficies, reinaban en la zona. Aquella relojería tendría más de cien años, pues el negocio paso de abuelo hasta el nieto, que ya tenía una edad, era quien lo regentaba. El caso que mi curiosidad me hizo mirar al escaparate, vi un reloj de pared muy curioso, las horas estaban representadas en números romanos, por debajo de ellos había un emperador en miniatura. Entre y lo vi más de cerca, era toda una obra de arte. La tienda estaba vacía, justo en ese momento aquel maravilloso reloj dio la doce de la mañana, y de esa caja salía una voz con una frase célebre de Cayo Julio Cesar, —La suerte está echada —

Justo correspondía a ese Emperador, ya me enteraría más tarde que cada hora estaba regida por una frase de los doce Césares Romanos, cada hora nos decía una de sus frases célebres. Me quedé perplejo, qué curioso era todo, su tic, toc, tac, eran pequeños sonidos de trompetas. Estando contemplado, asomo el dueño de la relojería, así se presentó, un hombre de mediana edad, muy amable, el cual al ver mi entusiasmo, me ofreció que siguiera contemplando aquellas obras maravillas que allí guardaba. Me contó que cada pieza era hecha por él y esa que estaba contemplando era la obra maestra de su abuelo, la tenía allí, pero no para venderla, sino para que fuera, digamos el estandarte de toda una generación, dedicada al tiempo. Así lo llamo él, pues que es si no el reloj, una máquina echa por el hombre que cuenta los minutos, horas y segundos de un día tras otro. Aquella, mañana, no solo vi relojes estupendos, aprendí a disfrutar de cada segundo junto a ese hombre, pues su trabajo era el tiempo y así me lo explicó, y debo decir que si algo aprendí, aparte de alguna frase más de los doce Césares Romanos, fue que el tiempo, tic, tac, toc, es el sonido de la vida.

Campirela_



sábado, 1 de febrero de 2025

Resiliencia( Propuesta de Ginebra)

Propuesta por Ginebra, mes de febrero, si pincháis en la imagen os guiará a él.

De nuevo estamos con Ginebra en su recién  estreno de blog, llamado Serendipia, desde él podremos ver cada mes una nueva propuesta y esta es la primera de este mes que acabamos de estrenar.

Tema: RESILIENCIA


                 Imagen de  Elly LiyanaRuslan

Resiliencia

 Kioto, le educaron en un hogar donde había tres normas básicas. La disciplina, el respeto y la responsabilidad.

Así fue creciendo hasta que abandono su casa para seguir evolucionando como persona y marcho a la ciudad. Las cosas allí no eran como él había pensado, vio que los valores que su familia le habían inculcado, algunos eran ignorados. Aunque esto no hizo que él cambiara sus buenos hábitos adquiridos por sus padres y familia, cuanto añora ese cariño recibido, se sentía solo, hasta ese día que por casualidad o destino la vio a ella. Caminaba absorta y él embobado, lo cual fue la mezcla perfecta que los dos chocaran y se quedaran absortos el uno en el otro. Desde ese día, sus vidas quedaron unidas. Después de ese encontronazo, ambos se pidieron perdón, pues sin darse cuenta, se vieron envueltos de una atracción que no tiene explicación, ¿acaso un flechazo la tiene? Se presentaron y se rieron del encuentro, ambos como si se conocieran de siempre, se contaron sus vidas, cortas, pero intensas, cada uno tenía un camino definido, eso al menos pensaron ellos, aunque la vida es la que marca los destinos. Así paso un año, donde cada día después de sus quehaceres, quedaban en el parque, para contarse su día, Kioto siempre estaba con su pitillo en la boca, era como él mismo decía el compañero fiel que le seguía allá por donde fuera. Miko, no le gustaba ese olor que desprendía, pero jamás le dijo nada, respetaba su decisión aunque no la compartiese. Él se daba cuenta y la pedía perdón, prometía que buscaría ayuda para dejar de fumar, pues ya lo había intentado en varias ocasiones y no lo había logrado. Al cabo de dos años de relaciones comenzaron a planear vivir juntos, se ahorrarían en alquiler y compartirían gastos, además querían tener una convivencia, estaban un poco hartos de verse siempre en lugares públicos, necesitaban intimidad. Así fue, como comenzaron una vida llena de ilusiones, a los seis meses de esa luna de miel, Miko, comenzó a sentirse mal, cada mañana su tos era como si fuera ella la que fumará un paquete de cigarrillos, al cabo de un mes en esa situación empeoro, decidieron dar el paso y visitar al doctor. Este le comento si fumaba, ella dijo, que no, y omitió que su pareja sí era un fumador empedernido. La hicieron pruebas y cuando fueron a por los resultados, la noticia no podía ser peor. Su cáncer de pulmón estaba en estado avanzado, sus posibilidades eran de un treinta, por ciento, había que actuar ya. El jarro de agua fría para Kioto fue abrumador, al salir de la consulta se derrumbó, cogió su paquete de tabaco y lo destrozo con sus manos, lo pataleo, rompió a llorar, abrazo a Miko, sus lágrimas rodaban por su cara y su pecho se desbocaba, él y solo él era el culpable de que ella estuviera en peligro, y eso no podía ser. Miko, lo acarició, beso su mejilla, fue comprensiva, aunque su corazón lloraba por dentro. Kioto llamó a sus padres y les contó todo su sufrimiento, estos le escucharon como su hijo sufría por Miko estaba desgarrado, su madre, con su tranquilizadora voz, le dijo. — Hijo mío, no debes culparte, ya no hay remedio, lo que si puedes hacer, es ayudarla y estar ahí, con y para ella. Las palabras de su madre, le hizo coger esa fuerza y enfrentar el problema de frente, se informó de todos los tratamientos posibles que pudieran salvar a Miko, cuando todo parecía perdido, esas ganas, fuerzas y el amor, logro que el tratamiento funcionara, que Miko lograra vencer esa enfermedad. La actitud de Kioto fue ejemplar, en vez de derrumbarse saco toda su fuerza esa Resiliencia para hacer frente a su desgracia. Hoy, hace más de cinco años que paso todo, caminan juntos de la mano y su amor no solo es más grande, diría que esta prueba los elevó a ese plano de amor eterno, ese hilo que jamás se romperá. Ante acontecimientos desbordantes que la vida nos da, no, hay más que enfrentarse y tener Resiliencia, ella nos salvará de hundirnos en ese pozo que no verá más que problemas en vez de soluciones.

Campirela_
Gracias Ginebra