Os dejo una propuesta de Ginebra que es un Libro Abierto, lleva en marcha un tiempo y en él cada mes nos tiene siempre con ese gusanillo de ver que nos propone, al menos a mí me encanta, y asi es como entre todos los que se suman a este reto vamos haciendo un libro abierto.
En esta ocasión se trata de un viaje inesperado, las primeras cuatro líneas es de nuestra anfitriona Ginebra, el resto de aquellos que fuimos sumándonos al final os podré los participantes, espero que lo disfrutéis al igual que nosotros escribiendo Mil gracias.
Apenas desvió su mirada hacia el barco que estaba a punto de atracar, y al que ella subiría, poniendo fin a una breve escapada que le había proporcionado (hasta ahora) esa paz espiritual tan necesaria, cuando, de pronto, observó que la maleta que había a sus pies, no era la suya.
—Si tan buena artista te crees aquí me tienes, puedes pintarme y si sacas por el retrato más de un dólar bien vendrá para contratar al mejor abogado.
—Veo que no pierdes el sentido del humor querida, veremos a ver cuando lleves una semana si sigues con esa altivez.
Las demás presas echaron unas carcajadas que le estabilizó por un segundo, pero su orgullo hizo recomponerse y seguir delante de aquella mujer, que cada vez le recordaba alguien de su pasado.
Ella respondió muy segura de sí misma.
—No podrá pintarme si tu séquito me hace daño —dijo, adoptando una pose sugestiva— Si soy tu modelo, protegerás mi... altivez.
La artista sonrió con malicia.
—Querida, ninguna de mis amiga ofenderá tu... integridad. Es una promesa. Tengo métodos más sutiles para que una modelo cambie su actitud.
Ella se mostró escéptica.
—Puedo conseguir que te contacten con una abogada de prestigio, para ayudarte en tu caso —respondió la artista— Y hacer que tu permanencia acá sea más confortable. Pero hay condiciones. Y para comenzar, te llamaré Simonetta.
Pero no podía quedarse allí como una simple modelo tras las rejas, necesitaba salir, el tiempo no era ya un aliado, menos aún encerrada. No dejaba de pensar en dónde estaría su maleta, fue cuando el policía encargado la llamó y le hizo salir de la celda, le tenía buenas noticias. Señorita, hemos recibido noticias del paradero de su maleta y ya puede salir libre, han pagado la fianza. Pero ¿quién? se preguntó inmediatamente...
Lo primero fue ir a revisar su maleta, la sorpresa fue mayor cuando descubrió que era idéntica por fuera, pero dentro sus pertenencias no estaban y mucho menos aquel documento que era tan necesario para ella, sin él no había un futuro digno.
Su indignación era abrumadora, estaba libre, pero sin nada, ni tan solo unos peniques, ¿qué haría ahora, dónde iría?
Una mano en su hombro, la sacó de sus pensamientos negativos…
Era Carla Celentano, su abogada, quien la abrazó.
—¡Por fin te encontré! —dijo la abogada— Vamos a un café que conozco. Tengo novedades.
Era un lugar discreto para hablar. Carla, la abogada, le habló de que había recurrido a ciertos contactos, no muy legales, que le debían favores.
—Y así te encontré, pagué la fianza —explicó la abogada— Y luego hablé muy seriamente con la policía.
—¿Por qué me pasan estas cosas?
La abogada contestó rápidamente.
—Es por la herencia. Esa gente es tan retorcida que contrató a una ladrona, para que te robara el documento. Pero tranquila que pronto ya va a caer.
El pronóstico de Carla ya se estaba cumpliendo. La ladrona, cuya foto había aparecido en el bolso de la protagonista, se retorcía entre policías. A pesar de su resistencia, fue empujada a la celda, en que estaba la pintora bohemia.
—Parece que tengo una modelo nueva —dijo la artista.
Participantes: