Relatos de los Jueves (Imágenes en Blanco y Negro)

 

Este nuevo jueves, nuestra anfitriona nos deja un buen repertorio de imágenes en blanco y negro , debemos elegir una o más y, escribir  que nos trasmiten , estoy segura de que misma imagen diferente relatos,esa es  la magia … Un besote ya sabéis pinchar en la imagen y os llevará a los  participantes.

La tía Lola

Ella era una mujer de armas tomar, hoy cuando limpiaba el cajón apareció esta fotografía, y me vinieron tantos buenos recuerdos a la memoria.

Era alegre, pizpireta, leal a su familia y amigos.

Me senté en el escalón de la escalera y no puede por menos que echarme unas buenas risas, la foto me trajo la boda de mi prima Purita, una joven  con un buen porvenir, pero el amor se presentó y se nos casó con el hijo del boticario, ella iba para maestra de escuela.

Esa foto fue en el baile donde nuestra tía Lola, se soltó la melena  bailando un twist con el soltero de oro del pueblo y, vaya lo hizo requetebién,  nos quedó  a todos los jóvenes con la boca abierta...

¡Mirar la madurita, como se contonea!

La Fuente 

Cada mañana bien temprano cogía su botijo y echaba andar, todos sabían donde iba, pero nadie era capaz de preguntar.

Hacía cinco años que la guerra termino y él nunca volvió, en las listas de fallecidos jamás vino su nombre, ni tampoco en la de los heridos.

Ella, no desistía que él algún día volvería y sería en esa fuente donde se enamoran, donde le hallaría.

Una mañana de verano, con su botijo en mano al cruzar la plaza, alguien se la quedo mirando, era doña  Pura, la más longeva de aquella pequeña aldea.

—Buenos días, doña Pura

—Buenos días, Soledad

—Hace buena mañana, verdad usted

—Si, hija mía, ven acércate que te vea más de cerca, mis ojos ya están viejos y la vista no me alcanza.

Soledad se acercó y la buena mujer cogiéndola las manos,  mirándola muy de cerca, la dijo:

—Soledad, hoy es tu día, él volverá, así que arréglate ese pelo y el mandil, verás que guapa que estás.

 Se echó a reír, la beso las mejillas y siguió su camino.

El botijo casi lleno estaba cuando sintió un pálpito en su corazón, allí delante de ella estaba Juan, su Juan del alma, más viejo, más delegado, pero era él.

Dejo correr el agua y a sus brazos se echó, los dos lloraron de alegría, de tristezas y de tanto amor.

Ahora, cada mañana bien temprano, se les ve de la mano con botijo y cántaro, a los dos enamorados.

Campirela_