Volver a Sentir
Mediados de Junio hay que ver como se han pasado seis meses del año, y como siempre llegando estas fechas no sé todavía que destino coger de vacaciones, otro año más viajaré sola.
Este año el curso ha ido mejor de lo esperado, al menos la despedida no ha sido tan dura con los alumnos como años anteriores, la terapia me ha ido bien, no me llevo los problemas de mis alumnos a casa. Antes de irme de vacaciones he de concertar una cita con mi psicóloga, hay algo que me inquieta, llevo dos semanas con unas pesadillas que no encuentro sentido en ellas.
Solo sé que me despierto llorando y mi corazón a mil.
Son las siete de la tarde, acabo de terminar la novela que me regalo mi amigo el día de mi cumpleaños. ¿Cómo me conoce mi Sergio? Este año, en vez de romanticismos y sexo, ha sido de intriga, un thriller más que interesante, diría de ella," que el destino nos pone a prueba para que sepamos que existe".
Tal vez ese destino haya puesto hoy una prueba de fuego en mi vida. Hace dos meses que mi relación no pasa su mejor momento y esta noche será decisiva, nunca puse condiciones, pero si reglas que respetar, no sé por qué sospecho que ya no somos tan cómplices, algo no fluye cuando estamos juntos, que no arde ni chispea, y debo saber cuanto antes que es… Sea lo que fuere, lo prefiero a tener que perder esa magia que hizo de nuestra relación especial.
Mis pensamientos dan un salto al oír el timbre del telefonillo, es el taxi que llame hace quince minutos, no me gusta conducir de noche, prefiero que me lleven y no preocuparme de aparcamientos y si tomo una copa no tener problemas. Cojo mi bolso, retoco mis labios y salgo dispuesta a solucionar parte de mi vida … La otra deberá esperar.
_ Buenas noches, por favor podría llevarme a Japanese Club
_-Perdón, señorita, ¿no sabrá la dirección?
_-Sí, Juan Bravo, 11.
_-Gracias, es la primera noche de ruta y aunque debemos saber todas las calles, como puede imaginarse, estoy un poco perdido.
En ese instante no sé por qué razón, sentí una quietud que me invito a pasear por la noche de Madrid con ese desconocido. Tal vez fuera una locura, pero con gran tranquilidad cuando puso el taxímetro a funcionar, le dije:
-Sabe usted he decidido que antes de poner en el GPS la dirección que le he dado, demos una vuelta por la ciudad, hace una espléndida noche y no importa si llego un poco tarde … Esperará.
El hombre sin girar su cabeza, solo contesto, usted manda, y yo obedezco.
Pasamos por el retiro, donde las puertas todavía seguían abiertas, las parejas iban de la mano y otras correteaban en plan de juegos, eso me hizo recordar que hacía tiempo que mis juegos y risas con Daniel, eran cada vez menos, en segundos me hundí en una tristeza que sentí mis lágrimas correr por mis mejillas, parecía un mar en pleno oleaje, en mi cabeza solo oía la voz de mi madre, decirme … Ese chico tiene mucho mundo y tú, estás empezando a vivir.
Por qué la familia en estas cosas casi nunca se equivocan, era cierto Daniel era mucho mayor que yo, eso fue lo que me atrajo de él, pero tan bien era cierto que él ya había vivido una vida, yo la tenía que vivir.
Mis pensamientos eran una huida continua, deseaba y amaba a ese hombre, pero no era feliz, faltaba algo, y no sabía que era, tal vez nuestra comunicación empezaba a fallar, en ese instante no pude controlar mi llanto ya no era privado, note como el coche iba disminuyen (do) la velocidad hasta que el motor se paró ...
-Señorita, yo no quiero ser indiscreto, pero creo que a usted le pasa algo, desea salir del coche y dar un pequeño paseo, tal vez su mente se recoloque y cuando llegue a su cita tenga bien pensado sus argumentos.
Tarde un minuto en abrir la puerta y darle las gracias, por favor espéreme necesito unos minutos tomar el aire, en él siempre vienen mensajes que aclaran las ideas.
Camine despacio, no era una huida, era coger fuerzas y aclarar pensamientos, el tiempo no me importo hasta que mi móvil sonó ...
La pantalla decía que era Daniel, titubee en cogerlo o dejarlo sonar... Aún faltaba veinte minutos para la hora en la que habíamos acordado vernos, eso me inquieto y decide cogerlo.
¡Hola Daniel, ha pasado algo!
No cielo, estás en casa o estás de camino
Voy a salir en este momento-mentí- cogeré un taxi
Mi vida, perdona que te llame tan justo de tiempo, pero no voy a poder verte hasta dentro de dos horas, tengo un pequeño problema y he de solucionarle, ¿te importa?
En realidad me viene bien, así tengo más tiempo para mí, de acuerdo en el mismo lugar a las diez.
Gracias, eres un tesoro… Nos vemos un beso.
Me quedé mirando la pantalla, mi mente estaba bloqueada, porque le había mentido, era un poco absurdo, no quise pensar en ello, debería decirle al taxista que me cobrase, pues dos horas no íbamos a estar dando vueltas por la ciudad ni bolsillo que lo pagará …
-Perdone, será mejor que me diga que le debo, voy a quedarme paseando.
Su mirada era extraña, como pensando esta mujer Intrépida no sabe su destino, pero eso no me compete a mí.
Vi como se alejaba, en dirección opuesta a la mía, tenía dos horas libres para pensar y colocar cada pieza en su sitio, la calle vibraba de gente, de sonidos, risas, charlas, cuando se cruzó un gato en mi camino, negro como la noche y ojos claros como el cielo, no sé de donde pudo salir, pero falto poco para que por su culpa caer, sus maullidos hicieron que le siguiera con la vista, en ese momento vi salir a Daniel de una agencia de viajes, iba solo, con su cartera, él no me vio, pues con el susto del minino estaba colocando mi vestido, con disimulo gire en la esquina y vi como se alejaba, al llegar a un punto le perdí entre la gente.
Camine rumbo hacia Club, aún quedaba tiempo, pero tenía una buena caminata, suficiente para pensar en todo, como iba a abordarle que nuestra relación estaba en punto muerto, o le hacíamos el boca a boca o moría. Mientras caminaba iba pensando como le conocí y que fue lo que me atrajo de él, era tan especial, su manera de entender la vida me gusto desde el minuto uno y creo que en el dos ya estaba enamorada de él … Hay que ver como es la vida, un continuo movimiento de idas y venidas, incluidos los sentimientos.
Estaba en la puerta, mi aspecto era sereno, me vino ideal caminar y pensar.
Entre y mis ojos se posaron en la mesa que siempre reservábamos, allí estaba Daniel con una copa de vino.
-Hola mi amor, estás bellísima.
-Hola Daniel, llevas mucho esperando.
-No, el tiempo de ponerme una copa de vino.
El encuentro fue como de costumbre, atento y cordial, le note agitado y con ganas de contarme algo, esta vez dejaría que tomará él el rumbo de la conversación.
El Maitre nos cogió el pedido y nos sumergimos en una conversación de preguntarnos por nuestros respectivos trabajos y futuro verano.
Todo iba bien, sin altibajos ni sorpresas cuando, saco de su cartera un sobre y lo dejo encima de la mesa.
Me cogió las manos y sus ojos grises se clavaron en los míos, una voz que hacía tiempo no la sentía me dijo:
Es hora de hacer algo, sé que llevamos tiempo en la misma frontera, creo que es hora de pasarla.
Mi cara tuvo que ser un mapa, pero no abrí la boca, deje que hablara. Cariño hace meses que te siento lejos de mí, sé que el trabajo nos agobia a ambos, pero si algo teníamos claro de nuestra relación era que sería libre que nuestro amor no sería una rutina y que antes que eso pasara seriamos leales a nosotros mismos, por eso quiero volver a sentirte cerca de mí, quiero tener a la mujer que me enamoro, quiero tener tus risas, tus llantos, quiero no sentir esta soledad, si tú me acompañas, en este camino estoy convencido de que esto solo será un bache, que pasaremos con nuestras botas katiuskas para saltar sobre él y poder volver a volar.
En ese momento me sentí florecer, ahí estaba el hombre que me enamoro una noche llena de misterio.
Desde ese día, nuestros encuentros eran de dos amigos, más con momentos de placer y deseo, pero compañeros de viaje y leales amantes, eso era lo que siempre quisimos de nuestro amor, un sueño… Y estaba sucediendo, ¿cuánto podía durar? No, nos importaba, solo queríamos los momentos, el presente, nuestro amor fue creciendo y madurando.
Aquel verano no viaje sola, él me acompañó mejor dicho nos acompañamos mutuamente … La felicidad no está escrita, la escribimos día a día.